lunes, 22 de junio de 2009

LOS EXCREMENTOS DE LOS PERROS


“LAS CALLECITAS DE BUENOS AIRES TIENEN ESE NO SE QUE..."

Es muy lindo ver pasear a las personas con sus mascotas por la ciudad de Buenos Aires. Cuando las miro me remonto a la serie de televisión “Lassie”, que mostraba siempre a un perro al lado de su amo, jugando, saltando, corriendo por todos lados, siempre juntos, intercambiando esa corriente de afecto que tenemos todos por nuestros cachorros . Del mismo modo, por nuestras calles, se puede observar la misma situación y el mutuo placer que manifiestan las personas y los canes en el paseo cotidiano.
Sin embargo muchas de las cosas que nos causan placer pueden molestar a otros, como el cigarrillo a los no fumadores. Entonces:
¿Podríamos llegar a pensar que nuestras mascotas molestan a alguien?
Una ciudad tan grande, hermosa y pintoresca como es Buenos Aires, con grandes barrios adornados por altos y modernos edificios, con sus enormes arboledas y sus veredas iluminadas por el brillo del sol, nos invita a disfrutarla. Sin embargo, también la luz del sol ilumina los excrementos de nuestros amados canes.
Afortunadamente ya que sino los iluminara el sol, los pisaríamos permanentemente.
¿Porque ocurre esto?
Porque nuestras maravillosas mascotas defecan por las calles de esta linda ciudad, dejando los excrementos ante la mirada perpleja de los caminantes y la actitud distraída de sus propios dueños que son los que deberían hacerse cargo de la situación.
Por ejemplo, un bonito labrador husmea los árboles de la senda para luego seguir su camino hacia la salida de un enorme y vistoso edificio y sin ningún problema evacua felizmente. Su dueña, una elegante mujer vecina de Almagro, pretende ignorar lo que hizo su venerado perrito. La mujer sigue caminando sin ningún problema, haciéndose la distraída respecto del “regalo” que el can ha dejado en la vereda para todos sus vecinos.
Cuando la miraba, me preguntaba si esta dama, en su casa dejaría la deposición de su perro, haciéndose la distraída, sin limpiarlo. Si nuestra mascota hace las necesidades en nuestra casa ¿Qué hacemos? ¿Lo dejamos?
NO, seguramente lo limpiamos inmediatamente.
Así como esta señora, muchas son las personas que cotidianamente pasean sus canes por nuestras veredas dejándonos los conocidos regalitos. Si agregamos a los paseadores de perros podríamos imaginar el problema multiplicado al infinito.
Un lugar muy especial que también afecta a los vecinos y mucho, son las plazas y parque públicos, donde podemos ver a nuestros niños jugando con la arena contaminada por las heces de los perros, porque, si bien se ha separado el espacio entre animales y niños, en general no es respetado.
Muchos de nosotros desconocemos que existe una enfermedad llamada TOXOCARIOSIS, que es una infección que las personas podemos de manera ocasional contagiarnos a partir del contacto con materia fecal de perros en las plazas, parques y veredas publicas. La población más proclive a esta contaminación es la infantil por sus hábitos de juego en los areneros.
Esta infección puede afectar varias partes del cuerpo humano: hígado, sistema circulatorio, pulmones, intestino, ojos, etc., dejando a veces secuelas irreversibles. .
Según un informe de la Revista C y T: “la detección de esta enfermedad a nivel clínico no es fácil, porque los síntomas son muy comunes y específicos: fiebre, inflamación de ganglios o del hígado, aumento de los glóbulos blancos (especialmente de los eosinófilos), anemia, todos síntomas compatibles con otras patologías de menor importancia. Solo se reconoce con análisis de sangre específicos en los que se solicita el conteo de eosinófilos y la búsqueda de anticuerpos especiales contra este parasito, permitiendo confirmar la existencia o no de la enfermedad”.
Teniendo en cuenta el riesgo, en el año 1987, fue sancionada la ordenanza 41831/87, posiblemente una de las más ignoradas del Digesto, reformada en el 2001, que en su artículo 1.1 establece que:
“Los propietarios, tenedores o paseadores de perros que transiten o permanezcan en el espacio público del la Ciudad estarán obligados a recoger las deyecciones de los animales; a tal efecto deberán proveerse de una escobilla y una bolsa de residuos o cualquier otro elemento apto para la recolección. En ningún caso el producto de la recolección podrá ser dispuesto en el espacio público, pudiendo utilizar los recipientes destinados para tal fin “.
Además, la citada ordenanza establece otros ítems que regulan la actividad de paseadores de perros, como la inscripción en el Registro de Paseadores de Perros gestionando la credencial correspondiente, llevar un máximo de ocho perros y la OBLIGATORIEDAD de recoger las deposiciones. También la norma aclara que los perros no pueden permanecer atados a árboles, postes de señalización o mobiliarios; también deben llevar collar, correa, libreta sanitaria y en caso de ser necesario, bozal. Para el caso de propietarios, éstos podrán llevar hasta un máximo de tres perros.
Para controlar su cumplimiento, el Gobierno de la Ciudad, designó inspectores que recorrerían las calles y plazas fijándose multas que van desde $50 hasta $200, según informa la Secretaría de Medio Ambiente.
Sin embargo, para hacer la inspección, el funcionario debe estar acompañado de un policía que es la única autoridad competente para pedir la documentación y poder labrar un acta al infractor, en el caso de incumplimiento. De esto surge que el control sobre el cumplimiento de esta ordenanza parece bastante complicado, puesto que demandaría muchos funcionarios y altos presupuestos.
Por lo tanto, sería bueno que todos imitemos a Mary, vecina del barrio de Almagro, que saca a pasear a su Bretón Español y como éste hace sus necesidades en la calle, lleva consigo papel y bolsa de plástico para luego recoger y tirar en un cesto de basura los excrementos.
Tener un perro suele ser un placer y una terapia, pues brinda cariño incondicional, provee compañía y ayuda a mejorar la salud física y mental del individuo o grupo familiar. Pero a su vez implica una gran responsabilidad, que debe ser asumida. Deberíamos recordar que “mi derecho termina donde comienza el del otro”. Por eso invito a A TODOS A TOMAR CONCIENCIA DE QUE ES INDISPENSABLE RESPETAR AL PROJIMO,ya que hay gente que utiliza las caminatas como terapia y también tiene derecho a una ciudad limpia. Por lo tanto es lógico que quien pasee a su mascota, lo haga cargando los elementos necesarios para el aseo de la calle.
Por eso empecemos nosotros mismos a hacer campaña, no esperemos que vengan otros para hacerla. No esperemos que el Gobierno de la Ciudad haga lo que le corresponde a cada vecino.
Ciudadano, vecino, amigo, MANTENGAMOS LIMPIA LA CIUDAD, LEVANTA LA CACA DE TU PERRO, PENSA EN EL OTRO, EN TU VECINO.
DEBEMOS APELAR A LA CONCIENCIA DE CADA UNO, colaborar en mantener limpia la vereda y contribuir a su mantenimiento; éstas son pequeñas reglas de convivencia que hacen que una sociedad funcione mejor.

¡AYUDEMONOS ENTRE TODOS. HAGAMOS UNA CAMPAÑA!

“Las callecitas de Buenos Aires tienen ese no se que…”, que podemos modificar.

María Isabel Cropanise
Periodista

Fuentes
Revista C y T (Internet), Universidad Nac. Nordeste (UNNE) –Agencia CYTA, (Internet), Colaboración de la Secretaria de Medio Ambiente y Espacio Publico, Decreto Nº 1.972 ordenanza municipal Nº 41.831/87.


¿Qué opina UD. sobre este tema?
Me gustaría conocer su punto de vista.